Mi Rosa,
Te pusiste el gran vestido
de día de fiesta en un día inesperado,
cuidaste de mí hasta la recta final
de un proceso largo y duro,
corriste por senderos inconcebibles
a mi mojín sin pisotear nada...
Ahora, me miras sin yo verte,
y queriendo yo sentirte.
No me dejes en lo oscuro,
no me dejes en lo adverso...
Toma mis pasos y guíalos por
el camino que tú veas más lindo.
Una vez me quisiste, y luego,
por siempre, me amaste.
Abrazo tu imagen no queriendo dejarla partir,
mas nunca será así,
pues vives en mi memoria incerrable por ahora.
Nunca quise que así fuese
y me tenías una sorpresa...
Y me quemaste por completo,
y me aliviaste algunas partes...
La herida está abierta
y necesito de tus curas,
de tus curas necesito
y me agito al no ser de tus abrazos...
Quiero verte y no apareces,
aún late la canción en mi silencio
y quiero dártela y
vivir en ella junto a tí una vez más.
Hasta siempre, mi mamita amada,
siempre tuyo.
Tu hijo,
Cristian,
San Tunga.
martes, 8 de abril de 2008
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